Hace mucho tiempo que no escribo aquí. He pensado hacerlo en varios momentos de la temporada, después de algunos de los diversos episodios convulsos que se vienen sucediendo, pero al final siempre terminaba pensando que mi visión no iba a ser interesante.
Hoy también lo pienso, y sin embargo, escribo.
No sé cuál es el problema que hay. No estoy dentro del club y no tengo ni idea. Un grupo bastante numeroso de gente piensa que la culpa es de la plantilla, y sin embargo cree que la solución es echar al entrenador. Suena paradójico, pero así, tal cual, lo vengo leyendo, otra vez, desde que se perdió contra el Huesca. La normalidad con la que nueve partidos después se introduce en el malaguismo el concepto "necesidad de volver a cambiar de entrenador" cuando esa era la única solución posible hace justo nueve partidos es mucho más preocupante que los resultados de esos nueve partidos, que el entrenador y que la plantilla, porque me lleva a pensar que nos estamos volviendo completamente locos.
Se trató como anormal una situación clasificatoria que era completamente normal el día que se destituyó a José Alberto. "El Málaga destituye a José Alberto por la presión popular", llegó a titular algún periódico. Un entrenador que es un trabajador nato, que confía en la cantera, que juega vistoso y que tiene firmados dos años de contrato es despedazado por "la afición" en base a no sé muy bien qué criterios, y como "la afición" es soberana, Manolo Gaspar agacha la cabeza. Ocho puntos separaban entonces al equipo del descenso, y aunque esto es completamente irrelevante en realidad, no está de más decirlo porque gran parte de "la afición" lo puso también como excusa: la distancia con los puestos de promoción de ascenso era de solo siete puntos.
Hoy estamos seis puntos por encima del descenso y la distancia con los puestos de promoción de ascenso es de catorce puntos, y hace una semana en cierta radio todavía se seguía hablando de esa posibilidad, aludiendo a que el entrenador tiene firmada una cláusula de renovación automática si lo consigue. Y en esta tesitura, "la afición" le vuelve a pedir a Manolo Gaspar lo mismo que le pidió hace nueve partidos.
Soy pesimista por naturaleza, y sin embargo creo que no existe riesgo de descenso para el Málaga esta campaña: me baso en que he visto unos cuantos partidos del Amorebieta y del Fuenlabrada (el Alcorcón está completamente deshauciado) y su nivel es absolutamente calamitoso, por más que le pusieran difíciles las cosas al Málaga en sus enfrentamientos directos. No sé cuáles van a ser los resultados en estos nueve partidos que faltan, pero con este entrenador y con estos jugadores da para salvarse de sobra, y ellos (los jugadores) lo saben. Y estoy seguro de que son los primeros interesados en que eso pase.
No obstante, esto es fútbol, y naturalmente se puede descender. Y puestos en esa desgracia, hay que reconocer que sería el momento menos traumático para que llegase, porque al frente del club está una persona completamente neutral que tomará las decisiones que sean necesarias para que la supervivencia de la entidad sea la prioridad absoluta, por encima de lo deportivo y de cualquier otra cuestión. Y eso es lo realmente importante.
Hay que olvidarse de dramatismos absurdos. Hay que mirar a Santander, a La Coruña, a Murcia, a Alicante o a Córdoba para comprobar que un descenso es algo completamente natural y que lo importante es mantener la dignidad y seguir compitiendo en las categorías subterráneas que toque y durante el tiempo que sea necesario, porque esa es la única manera de abandonarlas en beneficio de algo mejor.
Hay que desterrar YA la visión obsesiva de la Primera División como un objetivo, porque, por increíble que parezca, esa es la forma más cercana de volver a ella. Y gran parte del problema es precisamente eso: que en la cabeza de "la afición" la Primera División es la única realidad posible, cuando ya llevamos varias temporadas alejados de ella (y es posible que nos queden muchas más). "La afición" todavía no se ha adaptado a una categoría que no siente como suya (cuando históricamente los clubes de esta ciudad la han transitado de forma muy habitual), y así es imposible construir nada.
Si se confió en Natxo, la temporada tendrá que terminarla Natxo. No se puede estar cambiando de entrenador cada pocos partidos, es antinatural y además la economía de la entidad no está para eso, por muy mala sintonía que haya con la plantilla. Si no son capaces de salvar la temporada, competiremos una por debajo, y cero dramas.
Mientras "la afición" no cambie el chip, todo serán problemas.
Del respeto ya hablaré otro día.